En setiembre de 1995 asciende al volcán Ampato, con la intención de fotografiar al volcán Sabancaya que desde 1990 comenzó a expeler ceniza gris en grandes fumarolas. En su ascenso al volcán, observa que en la cumbre se encuentra una plataforma totalmente derrumbada hacia el interior del cráter, en su búsqueda encuentra el fardo de una momia, inmediatamente se toman los datos correspondientes y procede al descenso. Llega a Arequipa y pone en preservación el cuerpo, en la Universidad Católica de Santa María de Arequipa
Conocido el hecho, organizan nuevas expediciones con el fin de ubicar restos Incas y se logra el objetivo, en la base de la montaña, se ubican dos tumbas, cada una con una ofrenda humana, y su parafentalia correspondiente.
En el trayecto de más de 20 años de investigación, se ha oído siempre, acerca de las ofrendas y sacrificios humanos que realizaban los Incas a los APUS o Montañas Sagradas; según los cronistas, estos se originaron a raíz de acontecimientos como la muerte de un Inca, una guerra, diluvios, sequías, etc. La importancia del hallazgo de este y otros cuerpos, nos introduce en el mundo mágico-religioso de los Incas, como nunca antes se había dado.